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La Vitamina C, también conocida como ácido ascórbico, es un nutriente hidrosoluble que se encuentra en ciertos alimentos y que al ingresar al cuerpo funciona como un antioxidante que se encarga de bloquear el daño causado por los radicales libres. Los radicales libres se producen internamente cuando el organismo descompone los alimentos que recibe para su posterior extracción de energía; y externamente se producen cuando nos exponemos al humo del tabaco y a la radiación solar ultravioleta. El bloqueo de radicales libres al tiempo debido es importante debido a que su acumulación es la responsable del proceso de envejecimiento prematuro.
La vitamina C es necesaria para producir el colágeno que es la proteína que forma la piel, los tendones y los ligamentos, de ahí que los suplementos de colágeno contengan o recomienden mezclarse con esta vitamina. Otra función es que repara y mantiene el cartílago, los huesos y los dientes, además de formar el tejido cicatricial. La Vitamina C también sirve para que el hierro se absorba de manera más eficiente cuando ingresa a nuestro organismo.
La ingesta diaria de Vitamina C en miligramos promedio que cada persona debería tener se encuentra entre 15 y 45 miligramos desde el nacimiento hasta toda la etapa de niñez, y entre 65 y 120 miligramos para la etapa adolescente y de adultez.